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Channel: Comentarios en: La mujer como propaganda de guerra: El caso de Cuba y Venezuela
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Por: Raul Sobrino (El sofista)

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Estaría muy bueno si este tema se quedara aquí por un largo tiempo, pues es muy cierto que a la mujer se le está usando como propaganda de guerra. Pero hay mucho más que el uso de la mujer como propaganda de guerra en la forma en que se explica aquí: también hay que analizar las consecuencias de una ofensiva a nivel mundial para liberarlas de sus opresores los hombres, más allá de lo que este pueda resistírsele violentamente. O sea, más allá de si ese hombre que se irrita con los cambios, se alzara en armas y se dedicara a hacer terrorismo como consecuencia de los cambios mismos.
Que se le dieran ultimátum a los países que aun persistieran en la muerte por apedreamiento (matar a pedradas), esto es algo que hace mucho tiempo que debió haber algún poder para que lo detuviera a cualquier precio; también la mutilación genital de la mujer es algo que aun se hace y que se debió de haber parado con ello. Pero el asunto no deja de ser muy complicado: unas tropas extrajeras vencedoras entrando en las ciudades y siendo recibidas con flores y gritos por las mujeres “liberadas” seria tan desmoralizante para los hombres Y el poder masculino que las reprimía que difícilmente estos pudieran sobreponerse al trauma de la desmoralización, terminando la mayoría de ellos por perder la muy frágil virilidad que los caracteriza principalmente en los países islámicos, para finalmente homosexualizarse. Si a nosotros, la mayoría de los varones occidentales, nos tiembla el cuerpo cuando nos forzamos a dirigimos a una hembra sexualmente impresionante, imaginémonos a los árabes musulmanes -que jamás se les han dirigido a una mujer con pretensiones, por cuanto es tabú en esos países- intentándolo; esto seria imposible. Simplemente se desmayarían, sufrirían convulsiones y tembleques incontenibles mucho más agudas que las que tanto yo como casi todos mis amigos de la adolescencia sufrimos cuando nos les dirigíamos a una muchacha bonita. Esto también hay que tenerlo en cuenta. Nosotros los varones sabemos ser muy “machos” para bravuconearle a unos varones y hasta incluso para decirle una grosería a una muchacha. Pero para cortejar a una hembra, en sí que somos muy incapaces, por lo menos los de mí tiempo de juventud por allá por los años sesenta y setenta; algo que no solo no ha cambiado en muchas partes del mundo, sino que es un problema social infinitamente más agudo en naciones como Afganistán.
Recuerdo muy bien cuando la esposa del entonces inquilino de la Casa Blanca Busch (hijo) le pidió a éste que liberara a la mujer afgana y que la promoviera en altas posiciones del gobierno, siendo elevadas a ocupar sillas en la asamblea ó parlamente algo así como la mitad del total, llegando allí quizás con tan solo unos cientos de votos en unas elecciones en la que no se requería que de un mínimo de votos para llegar a ocupar una de esas silla. Así fue como Bush complació a su esposa: elevando a cientos de mujeres afganas a posiciones de gobierno, y dándoles posibilidades también de ser reclutadas por el ejercido para servir como interrogadoras (y torturadoras) de los terroristas que fueran capturados.
Y no es que una “Affirmative Action” a favor de la mujer en Afganistán no fuera una buena idea y necesidad; el problema es que la cultura de ese país no está preparada para ello como tampoco los ni los hindúes ni los chinos están preparados para soportar la preferencia de sus mujeres por los negros; un fenómeno que los molesta en gran manera, así como al gallo lo enloquece el que alguna de sus gallinas prefieran saltar al otro patio donde un muchacho que abusa de ellas.
Si tenemos en cuenta que el hombre afgano no está liberado, pretender liberar a la mujer de lo que los oprime sin liberar a ambos al mismo tiempo, eso es algo gravemente contraproducente. El respeto y el temor a la mujer es muy común entre los hombres; o sea: es muy común que el hombre vea a la mujer como a una diosa, la que con su figura lo domina sicológicamente. Así, el hombre pude ser muy “macho” para asaltar un banco y para entablarse en un combate con armas de fuego contra otros hombres; incluso, puede que hasta sea muy “macho” para meterle un bayonetazo por la barriga a una mujer embarazada. Pero dirigírsele a una mujer con pretensiones amorosas, en eso sí que flaquea en gran manera. A mi este problema tan grave y tan común me estaba empujando hacia el homosexualismo por cuanto dirigírmele con pretensiones amorosas a una muchacha me hacia pasar por grandes ridículos (algo que quería evitar revelar), por cuanto la emoción que me producía la imagen de una hembra atractiva era algo muy fuerte; solo a lo “barato”, o sea, a los homosexuales, los veía como algo muy insignificante como para que me afectaran y me pusieran a tartamudear si la idea de sexo me venia a la mente. De manera que hay que tener mucho cuidado a la hora de pensar en “liberar” a la mujer de su opresor masculino, pues ello conllevaría en muchos casos a la destrucción total de la sociedad; de ahí no solo que surgiera el Talibán y que este llegara a tomar el poder en Afganistán sino que el mismo gobierno actual de este ultimo país está evitando cambios “inaceptables” respecto a la mujer para así evitar el colapso de la hombría en ese país. Si muchos de los cubanos de mis tiempos de juventud sufrimos colapsos en nuestra hombría ante la presencia de una hembra, es comprensible que una “liberación” de la mujer en los países musulmanes resultaría en una homosexualizacion total ó casi que total de los hombres. Ellos –los varones- no están preparados para unos cambios en los que la mujer se occidentalice. Una mujer afgana desafiante, caminando por las calles en minifaldas ó en pantalones apretados que les marquen todo el cuerpo, eso es algo que intimida aun más a un hombre ya intimidado. Así como la mujer aun no ha conseguido en los países occidentales establecer como normal el poder exhibir públicamente sus senos (incluso, hasta se reprime de amamantar a sus bebes en público para no mostrarlos), el pretender occidentalizar la vida de la mujer en países como Yemen, seria lo mismo que si algunas culturas indias del Amazonas pretendieran que nosotros viviéramos según sus costumbres, andando desnudos y teniendo varios esposos y esposas ó compañeros y compañeras sexuales como lo más natural de la existencia. Primero concentrémonos en crear la Utopía y después tratemos de imitar a los más naturales.


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